·

‘Tengo sueños eléctricos’, una película feminista de alto voltaje afectivo, sobre la relación entre un padre y su hija

El próximo 3 de febrero llega a las salas de cine Tengo sueños eléctricos, el debut de Valentina Maurel. La directora y guionista costarricense erige un retrato de las masculinidades y la educación paternal estremecedor. Desde la sensibilidad y el afecto, la cineasta crea una corriente eléctrica entre la protagonista y la audiencia. Que transmite cada descarga de alto voltaje, a través de una narrativa visual exquisita. Así como un juego alegórico muy cuidado y poético que termina por cerrar una película redonda.

Póster de Tengo sueños eléctricos.
Póster de Tengo sueños eléctricos.

Anca y Martín son los padres de Eva – y su hermana menor -. Los cuales se acaban de divorciar. Ahora la madre está reformando toda su casa, tirando paredes y dando un nuevo aire a lo que fue su hogar. Convirtiéndolo ahora en un hogar libre de violencias. Sin embargo, la joven Eva parece que rechaza todo lo que conlleva esa nueva etapa, y está convencida de que quiere vivir con su padre y seguir todos y cada uno de sus pasos. Martín la acoge en sus talleres de poesía y otras aficiones artísticas. Así como acoge al pequeño gato que está tan desorientado por la ruptura, que se orina por cada esquina del piso de su madre.

Una reacción muy común en estos felinos. Los cuales también buscan el cariño de su madre, en este caso Eva. Y siguen cada paso que ella da, como cuando persiguen una luz sin tan siquiera saber qué están siguiendo. Algo que no difiere tanto del comportamiento humano. Como el de la joven Eva, que sigue cada movimiento de su padre sin ser consciente de todo lo que eso conlleva.

La educación de madres y padres hacia sus hijos e hijas es un tema crucial. El cual se ha empezado a abordar en estos últimos años desde una perspectiva mucho más feminista y adecuada. Desde otras películas latinoamericanas como El otro Tom (Rodrigo Plá y Laura Santullo, 2022) o Camila saldrá esta noche (Inés María Barrionuevo, 2021). Hasta otras europeas como la aclamada ópera prima de Charlotte Wells Aftersun (2022). Esta última joya cinematográfica aborda la relación entre una hija y su padre. Concepto que anteriormente no era tan mencionado, debido al foco común entre madres e hijas.

Valentina Maurel también construye una narrativa exquisita alrededor de la relación entre la joven de 16 años Eva y su padre Martín. El cual se acaba de divorciar de su madre, y ahora debe encontrar su sitio en el mundo. Pero ¿habrá sitio también para su joven hija Eva? ¿Y cuál será ese sitio que ella busca con tanta desesperación al lado de su padre? Ganadora al Premio Horizontes en el Festival de San Sebastián 2022, Tengo sueños eléctricos es una película muy valiosa a todos los niveles.

Daniel Marín Navarro es Eva en Tengo sueños eléctricos.
Daniel Marín Navarro es Eva en Tengo sueños eléctricos.

Tengo sueños eléctricos: un coming-of-age donde la adolescencia se enfoca desde un lugar muy real que deja de ser tabú 

Las películas y series de televisión de coming-of-age son muy comunes. Género que aborda las vivencias de la adolescencia y sus circunstancias a la hora de pasar de la etapa adolescente a la etapa adulta. Es por ello que este se presenta como uno de los géneros más propicios para dirigirse a la adolescencia. Algunas como Ginny y Georgia (Netflix, 2021-) o Sex Education (Netflix, 2019-) lo hacen desde un lugar más inclusivo y feminista con tonos mainstream. Llegando así a una mayoría de audiencia que, quizás, pueda reconstruir su forma de pensar gracias a ciertas representaciones diversas que aparecen en pantalla recientemente.

En la pantalla grande, Tengo sueños eléctricos hace reflexionar a un público más adulto desde este mismo género de coming-of-age. Lanzando un mensaje hacia aquellas generaciones que puedan tener la educación de la adolescencia en sus manos. Porque, en la mayoría de los casos, los niños y niñas tienen su primer reflejo en sus progenitores. Espejos que devuelven una imagen que, en algunas ocasiones, puede estar distorsionada. Es por ello que, la agresividad y el machismo no es algo intrínseco de la naturaleza de los hombres, sino un rasgo más de la educación recibida en una sociedad heteropatriarcal corrosiva. Si esto se traslada al ámbito privado, todo se magnifica.

En la ópera prima de Valentina Maurel, la cineasta construye una historia donde es la joven Eva la que sigue los pasos de su padre. Un enfoque valiente que se aleja de las masculinidades tóxicas que envenenan a otros hombres, para reflexionar sobre la toxicidad de esta violencia y agresividad que también permea en las mujeres. Y en particular, en las jóvenes hijas de aquellos padres que desde que nacen no le enseñaron otro lenguaje más allá del de la agresividad. En pequeños detalles como el que Eva le tire del pelo a su hermana pequeña, reside la habilidad de la directora de construir una narrativa poética y sutil excelsa.

Tengo sueños eléctricos.
Tengo sueños eléctricos.

Tengo sueños eléctricos: la joven actriz Daniela Marín Navarro también debuta junto a la directora, ofreciendo un trabajo excepcional

La cineasta Valentina Maurel elige un reparto que se aleja de las figuras más profesionales y reconocidas, y acierta de lleno. Los papeles incuestionablemente protagonistas son los de Eva y su padre Martín.

La joven Eva está interpretada por Daniela Martín Navarro. Un trabajo nada sencillo que la actriz debutante lleva a cabo a la perfección con una naturalidad apabullante. Con gestos y detalles que parecen totalmente improvisados por la intérprete, le aporta al personaje los matices necesarios para que sea redondo. Su arco narrativo, indivisible del de su padre, es también impecable. Tanto por la escritura de la mano de Valentina Maurel, como por la absorción de esta por parte de la actriz. La cual ha construido su personaje desde lo más hondo de su alma, con un halo afectivo inexorable.

Por su lado, Martín, es encarnado por un increíble Reinaldo Amien. El actor lleva a cabo un trabajo extraordinario en su complejo papel. Este tiene la habilidad de generar la misma empatía que la propia hija siente, sin soltar su masculinidad tóxica y agresiva. Un vaivén de descargas eléctricas que van dando forma a su personaje. Al mismo tiempo que va deconstruyendo y reconstruyendo a la audiencia que lo observa en pantalla.

Ambos, han recibido el merecidísimo galardón a mejor actriz y actor en el Festival de Locarno 2022. Junto a Valentina Maurel que también fue premiada a Mejor dirección. La actriz Vivian Rodriguez también merece una mención por su actuación como la madre de Eva, Anca. Que, aunque es secundario, tiene un rol crucial en la construcción de la trama y el personaje de Eva.

Tengo sueños eléctricos.
Tengo sueños eléctricos.

Tengo sueños eléctricos: el alto voltaje de una película que retrata de forma realista y brillante la relación de un padre y su hija

“No metas los dedos en el enchufe”, es una de las frases más escuchadas de madres y padres a hijo/as. Sin embargo, ¿esto evita que quieran intentarlo, o por el contrario hace que quieran probarlo con más ganas? Los actos de rebeldía son inevitables en la adolescencia. Y si el referente – paterno en este caso -, además, tiene la capacidad de absorberlo todo con su energía, esto es todavía más arriesgado. Siempre es más sencillo dejarte llevar por la corriente una vez que te alcanza, pero nadie dijo que, aunque fuera más fácil, no era peligroso.

Sin alegatos extravagantes o secuencias extremadamente violentas y sensacionalistas, Valentina Maurel tiene la gran habilidad de reflexionar sobre el machismo y la masculinidad agresiva que hijos e hijas beben desde su infancia. Esa violencia de género hacia sus madres que presencian desde que tienen uso de razón. Y la aprenden sin ser conscientes de lo que está germinando en su interior que, ¿será reversible?

El mensaje de la cineasta costarricense no es de negatividad o frustración. Sino de reflexión sobre una realidad inevitable que debe dejar de negarse. Sobre aquello que no queremos ver pero que está ahí. Desde una perspectiva que termina por ofrecer un mensaje de esperanza dentro de tanta oscuridad. Con una crudeza envuelta en una atmósfera afectiva enriquecedora.

Es reconfortante ver cómo llegan a las salas de cine películas del calibre de Tengo sueños eléctricos. Donde las imágenes de una calidad incuestionable, dan forma a una historia feminista imprescindible. Nombres de mujeres directoras que llegan pisando fuerte y sin duda engrosarán la lista de grandes cineastas con trabajos cinematográficos exquisitos.