‘Cruella’: The Baronesses Feud

“Puedo sentir admiración hacia el asesino perfecto… como podría también admirar a un tigre, que es una fiera espléndida”. Hace décadas que la gran dama del misterio, Agatha Christie, colocó estas audaces palabras en boca del detective Hércules Poirot, si bien el sibarita e inteligente belga matizaría que a ambas figuras resultaba mejor contemplarlas mientras estuvieran entre barrotes.

En la ficción, el mal tiende a atraernos. Las películas de James Bond, en buena medida, dependen del carisma de sus antagonistas. Por otro lado, ¿en cuántos filmes animados Disney no hemos esperado ansiosos a esa figura que transgrede las normas en mundos idílicos? Jafar, Maléfica, Úrsula o Scar, por citar solamente unos pocos casos, revitalizan los cuentos donde están presentes. Otorgando riesgo, diversión, ruptura y una dosis de crueldad que, cuando hay una pantalla de distancia entre nosotros y ella, seduce.

Dentro de ese Panteón oscuro, pocos dibujos han tenido el encanto malévolo de Cruella Deville, la verdadera causa de que 101 dálmatas (1961) perviva como un clásico en el imaginario popular. George Bruns, el músico pintor, dio una melodía pegadiza y que permanecería imborrable en el recuerdo para mostrar a un icono que vivía en su mansión, plagada de lujosos vestidos e implacable a la hora de conseguir sus caprichos.

Este 2021 hemos asistido a un revival, por así decirlo, aunque con muchos asteriscos. El anuncio de que Craig Gillespie iba a dirigir una precuela con adultos de la emblemática película canina despertaba curiosidad y cierto recelo. Indudablemente, Glenn Close y su espectacular interpretación fueron lo mejor de las dos cintas de imagen real (1996 y 2000).

Parecía que el siglo XXI ya había dejado pasada de moda a Cruella, cuyo mal terminó en un sanatorio mental tras la animada 101 Dálmatas 2 (2003).

Cruella: Once Upon a Time in London

Dodie Smith situó una historia muy especial en el corazón de la urbe con el Big Ben. Al igual que otras grandes autoras como Pamela Lyndon Travers, a quien pudimos recordar en la edulcorada e interesante Al encuentro de Mr. Banks (2013), una de sus mejores creaciones pasó a llevar el sello de la compañía de Walt Disney. No obstante, sin la imaginación de Smith, no estaríamos hablando de nada de esto.

Cruella (2021) retorna a suelo británico, aunque con una estética muy particular. El equipo de rodaje se dio cuenta de que hacía falta una moda concreta. Hallando que su boutade solamente tendría sentido bajo una atmósfera punk y setentera. ¿En serio? Sí, una época que iría acompañada de una selección musical de nombres como Nancy Sinatra, Nina Simone o un tema escrito para la ocasión por Florence + The Machine.

Desde su infancia, cruzará caminos con Gaspar (Joel Fry) y Horacio (Paul Walter Hauser), predestinados a convertirse en sus colaboradores, si bien aquí les trata con mayor humanidad que en su versión envejecida. ¿Acaso vamos a contemplar otra redención como en la Maléfica (2014) de Angelina Jolie?

En lo absoluto, puesto que uno de los encantos de esta trama es que asistimos al pulso entre dos villanas. Redoblando el atractivo y bridando el plato fuerte del que dispone el restaurante…

The Two Emmas

Gillespie ya había demostrado en Yo, Tonya (2017) que se manejaba muy bien con personalidades volcánicas de ética dudosa. Su Cruella se encarna a través de uno de los talentos más fiables del actual Hollywood: Emma Stone, un rostro que encaja tanto en La La Land (2016) como en Birdman (2014). Incluso un intérprete curtido en mil rodajes como Mark Strong admite que el trabajo en la composición de la protagonista le resultó “una revelación”.

Inspirándose en grandes divas del celuloide como Joan Crawford o Elizabeth Taylor, además de intuirse semejanzas con la magistral Eva al desnudo (1950), Stone hace un desfile que combina a la perfección con los afilados diálogos de Tony McNamara para diseñar a una Estella que dará todos los pasos que la convertirán en Cruella.

Emma Stone interpreta a Cruella.
Emma Stone interpreta a Cruella.

Conforme avance la trama, los juicios de valor son casi inexistentes; simplemente, entendemos mejor cómo terminó siendo la famosa obsesiva de los dálmatas. De hecho, es una genialidad absoluta la explicación que el guion da a su célebre idea de usar a los canes para su abrigo: algo atroz que, en un cliffhanger audaz, casi se convierte en la provocación perfecta para ganar su guerra particular.

¿Quién será ese obstáculo? El casting no puede resultar más certero al reclutar para la causa a Emma Thompson, un valor seguro que bebe de múltiples referentes (desde Coco Chanel a Vladimir Putin) para ser La Baronesa. Un título aristocrático que esta gran señora de la actuación luce con orgullo despiadado. Recordando en múltiples ocasiones al trabajo de Meryl Streep en El diablo vista de Prada (2006).

Emma Thompson es La Baronesa.

Estos duelos justifican cualquier largometraje o serie. Basta echar la vista hacia atrás a Feud: Beatte and Joan (2017). En este caso, la cámara de Cruella aguarda para lanzar a la pasarela este pulso de gloriosas villanas.

Crudeltà bene usate

Desde un pequeño escritorio, Nicolás Maquiavelo cambió el pensamiento político de su tiempo. Autor considerado inmoral en el pasado, sus lecciones en la Italia del Renacimiento siguen siendo estudiadas para el presente. Entre otras provocaciones, el secretario florentino justificaba el empleo de la crueldad cuando era precisa y sin reincidencia.

Para entender esta guerra sin cuartel por las portadas, resultaba preciso que tuviese un contexto creíble dentro de la hipérbole. Uno de los grandes méritos del equipo de rodaje es saber encomendarse a Jenny Beavan, quien mima el detalle de la indumentaria de cada secundario hasta lo obsesivo.

Una de las claves de esta hábil diseñadora es el eclecticismo. Virtud que también posee un largometraje que coge tintes trágicos (el origen de Estella) para brindar una comedia negra y chispeante. Misteriosamente, la alquimia funciona. De idéntica forma, Beavan quiere demostrar que, pese a lo desquiciadas que puedan estar, tanto La Baronesa como Cruella siguen el lema de Logan: son las mejores en lo que hacen.

Un ejemplo del vestuario de Jenny Beavan para Cruella.
Un ejemplo del vestuario de Jenny Beavan para Cruella.

En un mundo dominado por lo masculino, La Baronesa demuestra ser una alumna aventajada de las lecciones descritas en El Príncipe. Thompson muestra lengua afilada, gusto exquisito y un pragmatismo que justifican su posición en la alta costura londinense. No obstante, sus múltiples pecados aguardan bajo la alfombra, cometiendo el mismo error que Margo Channing (inolvidable Bette Davis): acoger a un pajarillo con talento.

Los ácidos e ingeniosos diálogos son una pieza fundamental de este producto Disney casi independiente, pero, por encima de todas las cosas, el origen de una villana tan adicta a la moda debía ser un espectáculo visual que fascine al público desde su butaca.

¿Exageraciones? ¿Crueldades? Sí, pero siempre bien usadas. Y con clase.

Cruella: La metamorfosis

“Creo que la palabra normal es el insulto más cruel de todos”. Así se expresa Artie, el dueño de un rincón escondido de la urbe londinense más punk, la clase de establecimiento al que una joven Jenny Beavan habría ido en el pasado. John McCrea interpreta a uno de los pocos confidentes y asesores de la transformación de Cruella.

En cierto sentido, recorre una vida paralela con su director. La carrera de Craig Gillespie siempre ha resultado interesante. Cualquier persona que ruede una cinta tan singular como Lars y una chica de verdad (2007) posee una voz a la que merece la pena prestar mucha atención.

Esta revisita a una villana icónica sin renunciar a su impronta de tinta indie bien podría marcar un punto de inflexión en dicha andadura.

Durante un metraje con tantas modificaciones de look, La Baronesa aportará una estabilidad constante, el asidero y la roca que la antiheroína debe romper para ocupar el lugar que sabe le pertenece. Fantastic uncomfortable es la expresión utilizada por Emma Thompson para referirse al despliegue versallesco que envuelve a la soberana a la que ella da vida con una frialdad perversa admirable. 

Siguiendo el ejemplo e Ovidio, Estella debe ceder el paso a Cruella, si bien no puede hacerse de cualquier manera. Batman Begins (2005) o Joker (2019) han incidido en que estas películas de orígenes deben cuidar al máximo el momento del bautismo de fuego. Nunca mejor dicho en el caso de una encapuchada Emma Stone que es capaz de tornar el blanco en un rojo neroniano.

Podría ser el mejor anuncio de perfume navideño del año, pero con un toque transgresor y gamberro que nunca podríamos ver en las altas marcas a la hora de promocionarse. Justo lo que una de las monarcas de la villanía haría.

Skinchangers

Es un concepto que autores de lo fantástico como George R. R. Martin han convertido en una seña de identidad en sus sagas. Cambiar de piel es algo que siempre fascina en las artes. Máxime en el caso de Cruella, una dama que lo convierte en el leit motiv de su vida.

Uno de los culpables fue Mel Leven, quien décadas atrás escribió aquella canción tan pegadiza que daría sonido al carismático dibujo de Marc Davis. 101 dálmatas fue un esfuerzo colectivo de algunos de los mejores animadores del momento, innovadores a través de aplicación de xerografía; sin embargo, la villana de la cinta solamente pasó por las manos de Davis para tener aura propia.

En cierta forma, es cómo si Gillespie y el equipo de guionistas hubieran querido colocar a una discípula aventajada de Vivienne Westwood, estandarte de la moda punk y la nueva ola en los escaparates londinenses. Beavan solamente tiene que recurrir a su privilegiada memoria para poner las cosas como fueron, añadiendo un abanico de influencias que incluye a Balenciaga y Dior.

Vivienne Westwood.
Vivienne Westwood, la diseñadora de moda británica considerada como la principal responsable de la estética asociada con el punk y el New Wave.

No es la primera vez que ese microcosmos ha surgido en la gran pantalla. Prêt-à-Porter (1994), La modista (2015) o El hilo invisible (2017), entre muchas otras, han procurado trasladar mediante la cámara un mundillo tan, aparentemente, alejado del gran público. Sin embargo, Cruella ha mostrado que puede hacerse e incluso con ribetes de querer hacer una obra con alcance para todas las edades.

Ello otorga a la obra varias capas de lectura. Todo un especialista en la cuestión como el Gustavo Prado ha mostrado las sutiles referencias a la historia de la moda escondidas en cada escena. Como habrían dicho en Los Simpson, detalles que quizás te hayas perdido, para nada necesarios a la hora de entender la trama, pero exquisitos.

Trío independiente

Pese a ser lanzada a una de las grandes plataformas televisivas actuales, Cruella no esconde cierta tendencia a la independencia en algunos de sus planteamientos. Puede parecer simple, pero el propósito de privar de cualquier interés romántico a la protagonista resulta tan coherente con su carácter como difícil de hacer pasar por la hoja de producción.

El único verdadero asidero emocional de la villana con sus esbirros, con los cuales conforma una disfuncional familia desde la niñez. En esa materia, Joel Fry consigue brindar un Gaspar atípico, incluso superando otras versiones de consumados actores como Hugh Laurie en 1996.

Su relación con Cruella es una de las más interesantes del film, si bien, como Emma Stone acierta a analizar, es más una cuestión de “intimidad” que interés romántico. A su manera, tanto Gaspar como Horacio (Paul Walter Hauser, siempre divertido e impredecible en sus acentos) son los termómetros de un personaje profundamente amoral.

Paul Walter Hauser, Emma Stone y Joel Fry.
Paul Walter Hauser, Emma Stone y Joel Fry.

De la misma forma, la Baronesa contará con un eficaz valet (Mark Strong) y el servicial Jeffrey (Andrew Leung), siendo divertido de contemplar: en una época tan opresora, dos mujeres de carácter son capaces de imponer su voluntad y órdenes a muchas figuras masculinas.

Irónicamente, la antagonista de Cruella parece beber un poco en el prólogo de la versión que vimos en Once Upon a Time, donde la antigua malvada Disney parecía haber podido controlar a la raza canina para que cometieran incluso asesinatos en su nombre.

Cruella De Vil interpretada por Victoria Smurfit en Once upon a time.
Cruella De Vil interpretada por Victoria Smurfit en Once Upon a Time.

Teniendo en cuenta el carácter de genia incomprendida que poseía desde su infancia, es realmente meritorio que el argumento no ceda al impulso de querer impedir su futura transformación en la fuerza de la naturaleza del lado oscuro que hoy conocemos.

¿El fin o el principio?

Los Borgia fue una de las grandes apuestas de la cadena Showtime. César Borgia (François Arnaud) se convertiría en uno de los protagonistas de esta novelizada versión de la controversial y fascinante familia del Renacimiento. Al final de la tercera temporada, inesperadamente la última, veremos a este demonizado personaje, que fue uno de los modelos más admirados por nuestro citado Maquiavelo, en la cúspide de su poder y gloria.

A veces, se nos olvida que los antagonistas pueden triunfar o, al menos, pese a lo que les reserve el libro de Historia o el cuento de turno al final, acariciar con la yema de los dedos sus objetivos. Con su negro bastón de mando firmemente sostenido, mirando hacia la chimenea de su nueva mansión, rodeada de un séquito de fieles y eficaces esbirros, la Cruella de Emma Stone sonríe, sabiendo que su fiesta está a punto de comenzar.

Suena Surveillance de Nicholas Britell. La Baronesa ha sido depuesta. Larga vida a La Baronesa.

Todo resultaba atípico, bizarro y una ecléctica fórmula que tenía tintas de locura. En realidad, desde el opening, la audiencia siente que es la clase de cóctel donde un personaje como Cruella encajaría. Aquí descubriremos que su nombre original era Estella, cumpliendo otro gran dicho de los villanos de la ficción y la realidad, desde Tom Riddle a Iosif Vissarionovich: tienden a cambiar la manera de llamarles, encontrando gusto en ponerse un título que el resto temerán pronunciar.