· ·

Entrevista a Alex Brendemühl: ‘He podido explorar los abismos del ser humano’

El año 2020 será recordado por muchas cosas. La mayoría de ellas malas. Muertes, pandemias, confinamientos, mascarillas, soledad, reyes eméritos, las colas del hambre o el cierre de teatros y cines son unas cuantas de ellas. Pero hay un actor que surfea las vicisitudes de la vida mejor que nadie, ese es Alex Brendemühl.

Un actor al que prácticamente siempre lo podemos encontrar en cintas de calidad y prestigio. Cine de autor nacional y europeo de ese que deja poso y vale la pena revisitar.

Durante este año hemos podido ver tres de sus películas: Akelarre, L’ofrena y El Buzo. Además, ha vuelto a subirse a las tablas de un escenario.

Alex, de raíces germanas, es un actor polígloto, como demuestra en estas películas en las que lo podemos escuchar en tres de sus cinco idiomas.

El cine de autor es un cine que ha aprendido a luchar contra cualquier tipo de adversidad. Está por encima del poder del mercado. Lo que prima en este tipo de cine es la calidad artística, originalidad, valentía y riesgo. Características propias del arte y que, al igual que los autores de este cine, posee el propio Alex en su forma de interpretar.

Hablamos con Brendemühl

– Hola, Alex ¿Dónde estudiaste interpretación?

Estudié en el Institut del Teatre. En aquella época era la única escuela oficial que había en Barcelona. Hice las pruebas de acceso y entré de rebote porque creo que algunos profesores se indignaron de que me hubieran aceptado. Una profesora dijo que si yo entraba ella se iba, pero yo entré y ella no se fue.

La formación me sirvió mucho y creo que la formación actoral es buena, pero donde realmente se aprende es trabajando. Es entonces cuando aprendes también todo lo que rodea a la profesión del actor. El llegar a conseguir un papel, sobrevivir en una industria salvaje que te encumbra y te escupe de hoy para mañana y en la que hay que aprender a moverse con picardía y tiento.

Es un juego más allá del juego escénico. Hay una parte que te tiene que gustar de participar de este circo y eso se aprende con los años.

– Te hemos visto en el teatro en Más allá del puente de Roger Gual ¿Con qué te quedas, con el cine o el teatro?

Como decía aquella canción de Machín, Corazón loco, “una es el amor prohibido…” (risas) y la otra no recuerdo lo que era. No puedo renunciar a ninguna de las dos. Una complementa a la otra. Empecé en el teatro, siempre tengo deseo de volver al teatro y es una experiencia única el compartir una obra y unos personajes con un público en directo. Esa emoción que se genera, esos nervios, esa imperfección, esos ensayos, es algo único.

La experiencia del cine es muy necesaria porque me permite viajar, ir de un lugar a otro… El cine me ha dado muchas cosas y me sigue apasionando. No puedo renunciar a ninguna de las dos.

Precisamente ahora estoy en el teatro, que me apetecía cambiar de aires. Estrené hace un mes en Barcelona, en la Sala Beckett, una obra que se llama El combate del siglo.

Alex Brendemühl en la obra de teatro: El combate del siglo

Versa sobre el personaje de Jack Johnson, que fue el primer boxeador afroamericano en ganar el campeonato del mundo de los pesos pesados en 1910. Fue un escándalo porque era el primer negro que lo ganaba y se intentó contrarrestar preparando un combate con Jim Jeffries, antiguo campeón retirado. Se habla de cómo Jack Johnson vivió el racismo en esa época, el éxito y el fracaso.

Interpreto a varios personajes, entre ellos el de Jim Jeffries o el poeta Arthur Craban. Hacía como ocho o nueve años que no pisaba las tablas y tenía muchas ganas de volver al teatro.

Esta obra llegará en abril al CDN, en el Teatro Valle Inclán, en Madrid.

Armando Buika y Alex Brendemühl le dan de hostias al racismo y a los prejuicios en la Sala Beckett de Barcelona y en abril en el CDN.

– Eres el actor español más representativo del cine de autor. ¿Cuál crees que es el motivo?

Por suerte o desgracia fui a parar a una serie de producciones que me permitieron entrar en un tipo de cine que a mi me gusta mucho y que es un privilegio.  Mucha gente quisiera estar haciendo el tipo de papeles y el tipo de producciones en las que yo he podido participar.

Empezó con Un banco en el parque (1999), donde Agustí Vila me vio como protagonista para esta película que se presentó en San Sebastián. A partir de aquí encadené con Las horas del día (2003) de Jaime Rosales. Son películas que me marcaron en ese sentido, de poder trabajar con directores de prestigio que luego te generan más trabajo en esa dirección.

Hay una parte que la buscas tú y otra parte de suerte o destino que te lleva por esos derroteros. Me siento privilegiado de haber tenido una carrera coherente y en la que casi todos los trabajos que he hecho me llenan de satisfacción y de orgullo.

– Es habitual encontrarte interpretando a personajes con grandes conflictos internos, muy introspectivos y con pocas habilidades sociales. ¿Qué es lo que te gusta de estos personajes?

Igual también hay una aparte que me define a mí (risas). No quiero decir que me identifique con todos, al contrario, me río yo de cierta idiosincrasia que tiene cada uno de ellos. A pesar de eso, te ven de una manera y te proponen un tipo de personaje.

A veces intentas salir o quieres huir de cierto posible encasillamiento, pero supongo que a mí me atraen este tipo de personajes. Me gusta profundizar y especializarme en las cosas que hago. He podido ahondar, explorar en los abismos del ser humano. En los lugares fronterizos de las conductas humanas. Me parece apasionante, quiero decir que si me llega un personaje más plano que acompaña una acción interesante lo aceptaré con el mismo agrado.

Por algún motivo, ya sea por mi físico, por mi mirada o por mi voz, la gente que te propone proyectos te ve más en una dirección que en otra.

A veces tienen que venir amigos que me conocen y me dicen “pero si tú tienes mucho sentido del humor” o saben que me gusta hacer comedia y me proponen personajes más de comedia.

Esas son las reglas del juego.

– ¿Qué tipo de personaje que aún no hayas interpretado te gustaría hacer? ¿Más comedia?

Me siento muy cómodo en la comedia. Es el lugar en el que puedes acentuar la expresión y salir del realismo para hacer alguna astracanada.

Siempre estás reinventándote y cambiando. Haciendo cosas que te sorprendan a ti mismo y sorprendan a los demás. Por eso tenía ganas de volver al teatro, para tener otro tipo de dinámicas.

Creo que cada personaje que interpreto tiene matices y características diferentes. A veces la gente ve solo que son personajes introspectivos o retorcidos, perversos, o simplificando, el malo de la película. Si tengo que hacer del malo de la película pues yo encantado.

– En el primer ciclo contra la violencia de género de Filmin pudimos ver El Buzo (2019), peli en la que podemos ver tocar el fagot. ¿Cómo ha sido interpretar un personaje en el que desarrollar otro de tus talentos? ¿El piano también lo tocas tú?

Del piano yo toqué unas piezas, otras la doblaron encima. Con el fagot igual, yo toqué unas y otras la tocó un profesional por ir a buscar un sonido más puro y perfecto.

Todas las habilidades que tengo, si las puedo expresar a través de un personaje y más si es la música, que a mí me apasiona, me genera mucha satisfacción.

También me permite comprender más profundamente el personaje. El provenir de una familia en la que yo he crecido con la música clásica, de la tradición de la música centroeuropea, alemana y encontrarme con un personaje que es compositor, que es músico, hace que pueda entender su perfeccionismo, su orden.

Eso permite generar un motor para este personaje que es intolerante y perfeccionista consigo mismo y con los demás.

– En la película, tu personaje es un maltratador, ¿cómo trabajaste el personaje?

Lo trabajé desde alguien que es incapaz de sentir, de empatizar, de sensibilizar con la belleza y con los sentimientos. Es incapaz de reconocer y respetar a los demás.

El maltrato puede llegar desde muchos lugares, puede ser un afán de perfeccionismo o de búsqueda de algo imposible en ti mismo, en la belleza, o en los demás.

Intenté que esa violencia naciese del interior desde un lugar que no conozco y que tampoco quiero explorar mucho. Es un lugar muy oscuro que creo que todos tenemos y que tú decides permitir abrir esa compuerta o no abrirla.

En este caso me enfrento a un personaje que se deja llevar por los impulsos de rechazo, de violencia, de odio y de manipulación verbal.

Alex Brendemühl interpreta a un atormentado músico en esta película del austriaco Günter Schwaiger.

– ¿Pudiste ver la peli? ¿Te gustó?

Sí, mucho. La estrenamos en Viena en un ciclo que se hizo en Austria sobre la violencia doméstica y de género.

En Austria hay una situación muy compleja, como la de aquí o incluso más, porque no se habla, y se defiende a los maltratadores. No se ha estigmatizado tanto como aquí, que, por suerte, ya está muy presente en los medios, se habla del tema y eso permite que las mujeres no se avergüencen y denuncien su situación.

En otros países centroeuropeos están igual o peor que nosotros. Fue interesante ver el estreno en Austria y ver que allí valoraban doblemente el que se hubiera hecho esta película.

– Hace poco se estrenó la última película de Pablo Agüero, Akelarre (2020). Una peli sobre la caza de brujas ¿Qué fue lo que más te gustó de tu personaje?

Pablo Agüero me contactó para El cuerpo de Evita (2015) y finalmente no puede trabajar con él. En Akelarre me propuso un personaje muy complejo. Un juez terrible, inquisidor, perseguidor de brujas en el siglo XVII que me pareció un bombón de personaje. Es un personaje muy completo, muy divertido a la hora de plantearlo desde un punto de vista más extremo, más dibujado. Puedes caer en la caricatura, pero es un riesgo divertido que correr.

Apretar la expresión, apretar el gesto, la mirada, la presencia, el ritmo de este personaje. Me atrajo enseguida poder interpretarlo.

Por fin Pablo Agüero y Alex Brendemühl consiguen trabajar juntos. Lo hacen en esta película que nos transporta al siglo XVII más supersticioso.

– Este año también has trabajado en L’ofrena (2020) de Ventura Durall, en la que compartes cartel con Verónica Echegui ¿Qué nos puedes contar sobre la película?

L’ofrena es una película que a mí me es muy cercana porque es la segunda película que hago con Ventura Durall y de buen principio me fue pasando las primeras versiones de guion. Las estuvimos contrastando y comentamos mucho sobre la película.  Hablamos sobre el posible cásting y me sentí muy implicado y cercano al proyecto.

Es una película que me gusta mucho, muy difícil de vender, de entender, de explicar… Es una película muy compleja que a mí me gusta, justamente, por eso. Porque es una película que si me dices “¿de qué habla?” Te digo que no lo sé.

Es difícil de explicar, habla de la culpa, del estigma del dolor, de la contradicción del impulso suicida y de las ganas de vivir. Es una historia enmarcada en la actualidad pero que parte de personajes de la mitología griega.

Estoy muy satisfecho con la película, pero no tanto con la recepción, con cómo ha ido y cómo se ha valorado en general en los últimos meses.

Aun así, sigo pensando que es una película maravillosa.

Alex Brendemühl en su segundo trabajo con el director Ventura Durall con el que ya trabajó en Las dos vidas de Andrés Rabadán (2009)

– ¿Has rodado tres cortos, uno, Rumbo a peor (2009) fue seleccionado en Cannes ¿Cuándo te veremos al frente de una película?

Pues no lo sé, la verdad es que es un tema que me persigue. Por un lado, tengo muchas ganas, pero por otro me siento muy a gusto actuando y me ocupa muchísimo tiempo la preparación de los personajes de los proyectos en los que entro y cuando salgo, la promoción, la prensa… Es mucha energía para mi faceta de actor. La escritura y creación de un proyecto, debería ser algo muy mío y personal. No he encontrado aún el momento y la dedicación para poderlo hacer, pero está ahí pendiente. Siempre estoy pensando en ideas.

Ahora también estoy desarrollando una película con Roger Gual y estoy también implicado en otros proyectos. Me gusta empujar proyectos de gente que me propone cosas, entonces llamas a un productor, hablas con gente para tirar adelante y para apoyar proyectos. Me gusta mucho estar detrás y haciendo que pasen cosas con los proyectos que me interesan y que me gustan.

Alex Brendemühl.

– ¿Cuándo vuelves a trabajar con Cesc Gay?

Con Cesc, en principio el año que viene volveremos a trabajar juntos.

– ¿Hay algún director con el que quieras trabajar y que aún no lo hayas hecho?

Hay muchísimos. Van surgiendo directores y directoras jóvenes interesantísimos. Creo que ahora hay una hornada de directoras estupenda, con una capacidad de contar historias y una sensibilidad muy potente. Me gustaría poder seguir encontrándome con directoras y directores interesantes como he podido hacer hasta la fecha. He tenido la suerte de trabajar con una retahíla de directores a los que admiro.

A nivel internacional también hay muchos directores con los que me gustaría trabajar, desde Jim Jarmush, hasta Wes Anderson pasando por Aki Kaurismäki.

– ¿Qué sueños te quedan por cumplir en el mundo de la interpretación?

Tengo ganas de hacer una serie que me apasione, que me mueva. Pero aún no me han entregado guiones interesantes que me apetezcan hacer.

Me gustaría hacer algo tipo La innegable verdad de HBO. Me encantó Antidisturbios de Sorogoyen, me pareció un pedazo de serie. También Unorthodox, y Chernobyl, que me pareció de lo mejor que he visto en los últimos tiempos.

Cuestionario furioso de Alex Brendemühl

Película favorita: Stranger than paradise de Jim Jarmush

Serie favorita: Chernobyl

Libro favorito: La Biblia

Cómic favorito: El guerrero del antifaz

Cantante, grupo o músico favorito: Marco Mezquida

Artista plástico favorito: Francis Bacon

Miedo tecnológico: Tengo mucha tecnofobia, me asusta el exceso de tecno dependencia tecnológica. Si se va la luz estamos jodidos. No sabemos hacer nada sin depender de unos y ceros