‘Midsommar’: puro cine

Ari Aster va camino a convertirse en uno de esos grandes cineastas al que o amas o aborreces. En Midsommar, hace un ejercicio de virtuosismo cinematográfico extraordinario con un estilo muy personal. A mucha gente le podrá parecer pomposo, pero que no deja de ser valiente, innovador y muy atrevido.

Cuando vi por primera vez Midsommar, al darme cuenta de que era una peli de terror de sectas, tuve la suerte de no fijarme apenas en la historia. porque sé lo trillado que es ese subgénero y lo difícil que es innovar.

Midsommar, mucho más que cine de sectas.
Midsommar, mucho más que cine de sectas.

En ese sentido, fue de gran alivio ver que no pasaba nada. El director había evitado muchos de los momentos más comercialmente atractivos del cine de terror de sectas. Luego descubrí que no era una peli de terror de sectas.

Midsommar utiliza la excusa de la secta y el grupo de chicos americanos que entran en ella para dibujar un subtexto abrumador en el que habla de capitalismo y de la percepción social de la psicología. De nuestra conexión con la naturaleza, de lo intangible y nuestra necesidad de medirlo todo. De masculinidad tóxica y, sobre todo, de feminismo. Porque Midsommar no va de una secta, va de un renacimiento, el renacimiento de Dani (Florence Pugh).

Los círculos de Midsommar

Para hablarnos de ello, Ari Aster llena toda la película de círculos. Formas circulares a través de objetos (la puerta de bienvenida al festival, el sol o las flores). Disposiciones de personas (el baile circular de la Reina de mayo). Hasta dibuja círculos en varias ocasiones con la propia cámara.

También muestra ideas circulares, principalmente, a través de la idea de que todo es uno (que el tiempo es uno o que todos sufren como si fuesen un solo organismo unicelular, por ejemplo). Y, la más importante, la idea del renacimiento.

 Midsommar.
Midsommar.

Nuestra heroína, Dani, es una mujer con depresión que acaba de perder a toda su familia. Su único apoyo es un novio que hace tiempo que no la quiere, Christian (Jack Reynor). Está sola y está al límite. Es una mujer muerta que finge estar viva.

En las conversaciones con los amigos de su novio, el sonido se embota, porque ella realmente no está ahí. Cuando surge la idea del viaje a Suecia, ella se apunta porque no quiere separarse de su novio.

Antes de llegar allí, lo único que le importa recordar a la gente es que ya mismo es su cumpleaños. Que ya mismo vuelve a nacer. Pero este renacimiento será diferente.

En Midsommar, el tiempo es uno. Ya el primer plano de la película es un tapiz que cuenta todo lo que va a pasar. El piso en el que vive Dani tiene varios cuadros con diferentes escenas que también van a pasar (o están pasando, según esta visión circular del tiempo). Así como las pinturas en las paredes de los edificios de la aldea.

El revelador tapiz de Midsommar.
El revelador tapiz de Midsommar.

El amigo sueco que los lleva allí, Pelle (Vilhelm Blomgren), nunca miente. De hecho, al principio le dice a Christian entre risas que en el festival va a tener que fornicar con desconocidas (cosa que luego pasa).

Aquí todo el tiempo se cuenta qué va a pasar. Como si pasado, presente y futuro no existiesen. Como si la vida fuese todo el tiempo un ciclo circular.

Una hermosa locura estética

Visualmente es una película realmente deliciosa. Ari Aster explota cada centímetro del poder audiovisual mostrando una gran habilidad plástica.

Desde la arquitectura de los edificios de la aldea (el fastuoso edificio donde está el libro sagrado o el edificio amarillo limón) hasta el vestuario (ese traje de las 10.000 flores, TOP). Más elementos que nos hacen pensar que estamos en otra realidad totalmente distinta.

Midsommar.
Midsommar.

Pero lo que marca la diferencia es el increíble trabajo de fotografía de Pawel Pogorzelski. Hace que cada plano parezca un cuadro, con planos generales de una composición muy estudiada, bellísimos. Sin embargo, mis planos favoritos son los que tienen un estilo más de retrato. Con caras que emergen de la oscuridad, irradiadas por la luz del sol o deformes.

Ari Aster también juega mucho con los movimientos de cámara. Haciendo círculos y largos travellings (el de la carretera de camino a la aldea es fastuoso) que convierten al espectador en un personaje más (los protagonistas se sientan y la cámara también, nos movemos con ellos).

Igual que intenta sumergirnos por completo en la historia, también rompe la cuarta pared a través de burlonas miradas a cámara (hay una muy Haneke por ahí). Nos recuerdan lo que Pelle dice al principio sobre festival, “It’s like a theater”.

La película también está repleta de símbolos y metáforas que darían para otro artículo entero. Por ejemplo, cuando conocemos al grupo de chicos. Su conversación, claramente machista, es coronada por una imagen colgada en la pared, la famosa fotografía de Sophia Loren mirándole el pecho a Jayne Mansfield, una imagen con una idea y visión de la mujer muy anticuadas.

La famosa mirada de Sophia Loren.
La famosa mirada de Sophia Loren.

En contraposición, más adelante, hay un plano de Dani en la aldea ante una pared llena de retratos de las Reinas de mayo, un símbolo del feminismo, del futuro.

No podemos terminar esta crítica sin alabar el toque psicodélico que el director agrega a su arriesgado estilo a través de esos maravillosos efectos de postproducción. Con esas flores que respiran y esa hierba que atraviesa las manos de la protagonista. Haciéndote pensar que tú mismo eres el que está alucinando.

Tampoco podemos olvidar el excepcional trabajo de interpretación que realiza Florence Pugh. Enorme en esa escena final en la que pasa de ser una mujer completamente desolada dependiente de un hombre a alguien empoderada que ha vuelto a nacer y que ahora tiene una familia. Literalmente, hay escenas en las que la acción se cuenta únicamente con su cara. Soberbia.

¿Es Midsommar una película de terror? No lo sé, a mí me ha parecido realmente perturbadora y terrorífica. ¿Podía haber sido más brillante si el director no se hubiese sentido en la obligación de hacer algo de género? Probablemente.

Aun así, creo que esta película de terror a plena luz del sol es un ambicioso y genuino arrebato artístico que pasará a la historia del cine para siempre. Ari Aster no es un cineasta de género, es un cineasta que será un género en sí. Si no, al tiempo. Por ahora, Midsommar entra directamente a mi top five de películas inolvidables. Disponible en Amazon Prime Video.