‘The Sweet East’, un viaje por el lado más oscuro y perturbador de EEUU
El director de fotografía Sean Price Williams dirige su primera película y no se conforma con la típica historia del héroe que consigue sus objetivos después de sufrir ciertas calamidades. Con su The Sweet East, Williams se lanza de un avión sin paracaídas y cae de pie.
Se atreve a hablarnos de las incoherencias de cierta sociedad estadounidense, y lo hace con riesgo audiovisual y referencias a un cine que parecía relegado de la gran pantalla a salas underground o al deep catalog de las plataformas audiovisuales.
The Sweet East es un regalo cinematográfico. Una de esas películas que, sin ser perfectas, sorprenden por su argumento, propuesta y búsqueda audiovisual. Una pequeña maravilla con muchos aciertos visuales, sorpresas musicales y un reparto maravilloso compuesto por actrices y actores de talento a los que no les da miedo navegar entre las pesadillas, sueños y mentiras de una adolescente en el coming-of-age del año.
Aviso de SPOILERS
The Sweet East: un coming-of-age onírico, violento y pícaro
The Sweet East nos cuenta la historia de Lillian, una adolescente que se escapa de su casa en busca de aventuras y autodescubrimiento a lo largo de la costa este de EEUU. Desde Delaware hasta Vermont.
En su viaje se cruzará con punkis sin rumbo con los testículos llenos de piercings, pederastas cerca del capitolio, amables neonazis, islamistas amantes del techno, e incluso estrellas de Hollywood. De todos aprenderá algo. De todos huirá. De todos descubriremos el otro lado de lo que representan.
La maravillosa actriz de Nunca, casi nunca, a veces, siempre (2020), Talia Ryder, interpreta a Lillian, y, desde la escena del comienzo, en la que ella misma canta una canción en la que nos será imposible no pensar en A través del espejo, nos atrapará en su encarnación de una especial “Alicia” en un país al que le faltan maravillas y le sobra violencia, mentiras y sueños rotos.
¿The Sweet East es una coming-of-age? Sí, pero no creáis que os vais a encontrar algo parecido a Make Up, How to Have Sex, Creatura, My Animal o Sica. En este caso, la película se disfraza de cinta de auto descubrimiento para mostrarnos qué esconde bajo sus faldas (o bandera de barras y estrellas) la costa este norteamericana.
Nos muestra sus vergüenzas bajo el análisis y sarcasmo de Lillian, una mujer que representa todo lo que desea el hombre cis-heteronormativo y patriarcal: una lolita cargada de falsa inocencia, una musa capaz de producirte los más lascivos sueños húmedos, tu amante, tu amiga, alguien a quien cuidar, alguien a quien esconder, o alguien a quien poseer y/o coleccionar como tu nuevo libro, película, o gunpla favorito.
The Sweet East: su reparto, el cine de Hollywood, las fake news y la violencia
The Sweet East es una de esas rarezas que después de verla no te puedes quitar de la cabeza. Mientras la ves te puede resultar incoherente, demasiado episódica, desordenada, loca, absurda, surrealista, fantasiosa, torticera y extraña. Pero tranquila, más tarde tu propia cabeza comenzará a darle sentido a todo eso que has visto y oído. A todos esos estímulos cargados de poesía, belleza y crítica. Te mostrará la verdad que esconde toda mentira. Te dejará mirar a través del espejo.
A lo largo del fascinante viaje de Lillian encontraremos a extraños y particulares personajes interpretados por estrellas en alza como Jacob Elordi, Ayo Edebiri o Simon Rex (maravilloso como un neonazi amante de Edgar Allan Poe y el cine clásico).
Ayo Edebiri y Jacob Elordi aparecen en el episodio sobre Hollywood, porque sí, Sean Price Williams también tiene para la gran industria de sueños. Edibiri interpreta a una visionaria directora a la que siempre le acompaña su pintoresco productor, y Elordi a la estrella de su próxima película. Lillian coprotagonizará la película de Edibiri junto a Elordi, y no solo eso, será el objetivo de las fake news que acompañarán a Elordi como la gran estrella del futuro film.
En el pasaje sobre Hollywood Sean Price Williams criticará el clasismo, aburguesamiento y falta de ideas del sector, pero lo mejor lo dejará para el final. El director conseguirá exponer la problemática de las armas en EEUU de la forma más escandalosamente genial de la película.
The Sweet East, cine indie norteamericano cargado de nostalgia
Si algo tiene en común el cine de los últimos 20 años es la nostalgia. La mayoría de las películas que pasan por las pantallas recuerdan o rinden homenaje a otras. La moda de las secuelas imposibles o los reebots parece no tener fin. Las nuevas de Star Wars se basan en las clásicas (bueno, una no, y el fandom la destrozó); vuelven Bitelchús y Gladiator; Alien, Los Cazafantasmas, Top Gun… La lista es interminable.
Pero la nostalgia no acaba ahí, también contagia a los y las protagonistas de muchos proyectos audiovisuales, que, como reflejo de sus diferentes directores y directoras, también suelen sufrir nostalgia de sus vidas ficticias pasadas.
The Sweet East no se escapa de la nostalgia (menuda pandemia), pero en este caso no vemos una nueva película ambientada en los 80 al estilo Spielberg o al de Los Goonies, a lo que nos recordará en su propuesta visual será al cine indie de finales de los sesenta de la mano de italoamericanos como De Palma o Scorsese cuando nadie daba un duro por ellos.
También hay mucho de ese cine indie de los 80 del Jarmush de Permanent Vacation, o el fascinante cine indie noventero de genios como Harmony Korine, Larry Clark o Hal Hartley.
En su irreverencia, incluso se atreve a versionar y utilizar un icónico tema musical del maestro Morricone en ¡Agáchate Maldito! (Giu la testa). Uno de los momentazos de la película. Maravilla.
The Sweet East es un ejemplo de ese nuevo cine de autor que parece no bajar la cabeza ante los convencionalismos sociales y artísticos actuales, ni ante la dictadura de los algoritmos. The Sweet East es cine audaz que recuerda a esos valientes que demostraron que había otra forma de hacer cine. The Sweet East es una auténtica gozada irreverente y fascinante. Una atrevida película de un director que llega para contar algo diferente al número de billetes que ha cobrado por hacer la película.
Saludos furiosos.