‘El último verano’, de Catherine Breillat, un remake que se aleja del moralismo para acercarse a lo corporal
El Festival de Cine Europeo de Sevilla 2023 acoge la nueva película de la cineasta francesa Catherine Breillat y le otorga el Giraldillo de Oro en homenaje a su rica trayectoria cinematográfica.
En su longeva trayectoria dedicada al cine, la directora francesa Catherine Breillat destaca por su particular ruptura de los tabúes en torno a la figura de la mujer. Transgresión que pone especial atención siempre en la sexualidad.
El 24 de noviembre llega a las salas del festival su nueva película El último verano, en la misma línea que su anterior filmografía. No obstante, en esta ocasión, la directora realiza un remake de la cinta danesa Reina de corazones (May el-Toukhy, 2019), con la colaboración en el guion de Pascal Bonitzer.
Tanto en la original como en su revisión de la directora francesa, el argumento gira en torno a una relación que no está libre de polémica. Una situación para nada ortodoxa que se desarrolla desde que una reputada abogada, Anne, recibe en su casa al hijo de su marido – su hijastro -, Theo, de 17 de años. La relación entre ambos evoluciona hacia un lugar donde la pasión y el deseo carnal arrasaran con cualquier cuestionamiento moral. Y precisamente en este aspecto reside la mayor diferencia entre ambas cintas.
El último verano: la mirada de Catherine Breillat se aleja del moralismo para acercarse a lo somático
La historia de Anne y Theo constituye el argumento de múltiples películas donde una persona adulta se embarca en una relación ilícita con un/a menor. Sin embargo, en la mayoría de las cintas, incluida la original del remake francés, el leitmotiv central que impulsa la trama es el cuestionamiento moral. En el caso de la revisión de Catherine Breillat, esta se aleja por completo de la mirada crítica y juzgadora, para desnudar en pantalla a todos los personajes sin tabúes.
Lo más curioso es que, aunque pueda parecer una historia totalmente anacrónica, está más presente que nunca en la actualidad. Series españolas muy recientes como Escándalo. Relato de una obsesión (Telecinco, 2023) o la anterior Todos mienten (Movistar+, 2022), esbozan una relación entre una mujer de mediana edad y un menor de edad. Estas series, junto a la película danesa de 2019 tienen en común el enfoque de dicha historia. La mujer adulta protagonista se convierte en una mujer fría, obsesiva y que se deja llevar por sus impulsos arrasando con todo lo que se le pone por delante.
Sin embargo, la directora francesa, conocida por su perspectiva de género sobre la sexualidad con películas como À ma soeur (2001) o la controvertida Romance X (1999)– en la que aparece el actor porno Rocco Siffredi -, pone al mismo nivel a hombres y a mujeres a la hora de satisfacer sus deseos sexuales. Con ello, se aleja de la culpabilidad impuesta a la mujer por su sexualidad, algo que se puede observar claramente, por ejemplo, en la filmografía de Lars von Trier.
Lea Drucker y Samuel Kircher, un tándem prohibido que funciona a la perfección
La actriz Léa Drucker encarna a la protagonista Anne, llevando a cabo una interpretación impecable de su personaje. Desde el primer plano de la cinta, la audiencia es consciente del papel de Anne, una abogada que lleva casos relacionados con la violencia de género y los abusos sexuales. Una situación cuanto menos irónica que está perfectamente escogida por ambas directoras – dado que esto es recogido de forma fiel de la película original -.
Esta ironía vital pone sobre la mesa de forma mordaz el cuestionamiento católico que se traduciría en: “aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Aunque en el caso de El último verano, el cuestionamiento se desprende de lo católico o moral para dejarlo todo en manos de lo somático.
La construcción del personaje de Anne por parte de la directora francesa es exquisita, siendo este uno de los aspectos más distintivos respecto a la cinta original. El espectro que se esboza en la relación personaje-espectador/a es majestuoso, haciendo bailar entre el rechazo y la empatía de forma sencilla, pero siempre desde el entendimiento. La persona espectadora siempre se pone en el lugar del personaje o, mejor dicho, en su propia piel. [pequeño spoiler]. Los minutos que la cineasta dedica a rodar la escena donde Theo hace un tatuaje a Anne son espléndidos, como un ejemplo brillante del cine corporal característico de Breillat.
Por otro lado, el personaje de Theo se representa de forma excepcional por Samuel Kircher. Sin duda, el maravilloso trabajo de casting es incuestionable. Theo se aleja de la figura más fría dibujada en la anterior cinta, y se erige como un personaje muy complejo repleto de luces y sombras. Gracias a esto, la relación de abuso de poder esbozada se observa de forma mucho más evidente, desnudando al joven en cuerpo y alma, haciendo hincapié en esta última.
El último verano: el abuso de poder en las dinámicas sexuales y sus múltiples aristas
Si el cineasta Gaspar Noé es uno de los exponentes del Nuevo Extremismo Francés, Catherine Breillat podría ser perfectamente su alter ego feminista. La ruptura de tabúes, y en particular aquellos relacionados con la sexualidad, son un punto en común entre ambos. Sin embargo, esta última, transgrede ciertos temas desde una visión mucho más sutil y sugerente.
Hay ciertas dinámicas sexuales que son incuestionablemente ilegales cuando se pone en el centro el consentimiento. El ‘solo sí es sí’ es una consigna tan relevante como imprescindible, una línea roja que marca a la perfección el límite de lo que se debe y lo que no se debe perpetuar. Sin embargo, hay otras dinámicas sexuales que encajan más en el ámbito de los valores morales. ¿Es correcto o incorrecto que una persona adulta tenga relaciones con una persona menor, aunque haya consentimiento explícito? Son cuestiones perpetuas en el tiempo y en la historia, pero están entre aquellas que nunca quieren ser articuladas.
Catherine Breillat, al igual que hizo la directora danesa May el-Toukhy, ponen en el centro la relación entre una adulta y un menor, donde se reflexiona sobre las dinámicas de poder más allá de lo legal o no legal. Esto, además, se ve de forma mucho más clara en la cinta francesa, donde la exquisita construcción del personaje de Theo nos hace ver aspectos que quizás en la anterior no eran tan palpables.
Hay veces que la originalidad no reside tanto en el argumento sino en la forma de contarlo. Mantícora (Carlos Vermut, 2022) es uno de los grandes ejemplos de ello. Una película sobre un tema de lo más controvertido, que se presenta cruda, compleja, afectando a la persona espectadora de forma implacable. El último verano de Catherine Breillat se coloca desde un ángulo similar, brindando la posibilidad a la audiencia para que pueda ver todas las aristas existentes sin imponer ningún tipo de crítica o juicio moral. Una película afectiva y somática, que, curiosamente, no necesita mostrar los cuerpos para que estos y su sexualidad sean los protagonistas.