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‘Solos’, la nueva serie de Prime Vídeo que desvela quiénes somos cuando nadie mira

¿Qué pasa cuando nos quedamos solos? ¿Quién nos conoce realmente cuando no hay nadie más a nuestro alrededor? ¿Quiénes somos cuando nadie mira? Esta y otras son cuestiones en las que muchos se han visto forzados a ahondar a raíz de la pandemia y del confinamiento derivado de esta.

El autoconocimiento no es algo que esté a la orden del día y hay quienes sienten un pavor atroz a la soledad. La nueva serie de Prime Video, Solos (creada por David Weil) se ha basado en nuestra reciente historia como sociedad para hablar de temas intrínsecos que afectan al ser humano, vistiendo su relato de cuento de ciencia ficción.

Un acierto en el formato

La serie tiene muchas cosas positivas, pero sin duda una de las que más destacan es su formato. Con solo siete capítulos de unos 20 minutos de duración, y autoconclusivos, nos pinta varios bosquejos de diferentes vidas humanas que se han visto forzadas por sus circunstancias a la soledad.

El reparto también es otro gran acierto de esta serie. Cada capítulo está protagonizado por un actor que da la talla en pantalla, haciendo un trabajo de interpretación, bastante complicado en ocasiones, precisamente por encontrarse actuando solos.

Anne Hathaway protagoniza el primer episodio seguida por Anthony Mackie, una espectacular Helen Mirren, Uzo Aduba, Constance Wu, Nicole Beharie y cerrando con Dan Stevens y Morgan Freeman.

El argumento de cada historia es distinto, pero todas tienen un hilo conductor, que se basa en la soledad y en tratar algún tema relevante y generalmente profundo y sentimental.

Anne Hathaway en Solos
Anne Hathaway en Solos.

El teatro toma la pequeña pantalla

Ya hemos visto experimentos de teatro en pantalla como la serie de HBO Escenario 0, que llevaba seis obras de las tablas al televisor. Ahora Solos, aunque no se proclama como tal, realmente es un ejercicio de teatro bastante interesante mirado desde el punto de vista de los actores.

Todos actúan solos salvo Nicole Beharie y Morgan Freeman, que se une a Dan Stevens para hablar sobre el Alzheimer. El resto se lucen delante de la cámara con monólogos que, a grandes rasgos, están bien traídos y ponen de manifiesto problemas que afectan a la sociedad actual.

En varios capítulos se hace hincapié en enfermedades degenerativas como el mencionado Alzheimer o la ELA. Además, trata otros temas como la maternidad o, lo que mejor llevado me ha parecido, la casuística de la tercera edad.

Helen Mirren se sube a un cohete para escapar de la Tierra. Para encontrar un hueco en el universo en el que no ser invisible por haber cumplido los 70. Creo que la problemática que experimenta la tercera edad, en esta sociedad en la que envejecer es un tabú, es tremendamente actual y triste. Dice muy poco del ser humano como especie.

La búsqueda de Helen Mirren.
La búsqueda de Helen Mirren.

No está permitido tener arrugas, ni siquiera michelines. Y si gracias a tus michelines generas rechazo, risas o insultos, las arrugas traen consigo una capa de invisibilidad que borra a las personas. Parece que dejásemos de existir llegada cierta edad. Aquellos más jóvenes miran con desprecio a los mayores en una patética muestra de soberbia e ignorancia, de creerse invencibles, cuando deberían ser afortunados si llegan a donde ellos están.

Solos: Ciencia ficción basada en Black Mirror

El hecho de que la serie sea de ciencia ficción, o se sirva de ella para contar algo, no tiene especial relevancia dentro del conjunto. Se puede ver sin percibir casi que es ciencia ficción y se nota que se han inspirado totalmente en la madre de las series de este género en los últimos años: Black Mirror.

Pero claro, cuando te miras en el espejo de la reina el reflejo no va a ser exactamente el mismo. La elegancia y trascendencia de Black Mirror es algo que Solos trata de imitar, pero a lo que no llega. En su quiero y no puedo se esfuerza porque los discursos y parlamentos de los actores tengan peso, pero hay algo que los lastra. Que los llena de un dramatismo artificial que rechina al verlo. Y es que, si algo tiene Black Mirror, especialmente en sus primeras temporadas, es que no peca de literal.

Morgan Freeman y Dan Stevens en Solos.
Morgan Freeman y Dan Stevens en Solos.

Al igual que otras series de los últimos meses como las de la Maldición o Mare of Easttown, que son muy de género, pero que lo trascienden y van más allá, Black Mirror hace justo eso. Lo importante no es el cómo, sino usar ese cómo para que la historia cobre más fuerza y potencia. Para que el relato tenga más peso.

En cambio en Solos el hecho de que sea ciencia ficción no es más que un adorno que la puede volver más atractiva a ojos de determinado público. Eso, acompañado de la literalidad, rompen el efecto que se quería conseguir. Se le ven las costuras, puedes desgranar cómo está hecha o por qué está hecha así, y eso hace que la fuerza de los monólogos se desinfle.

Aun así, quizá sea interesante verla como un ejercicio de reflexión sobre lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo y lo que, con algo de suerte, viviremos.